viernes, 20 de enero de 2012

el caciquismo

EL CACIQUISMO.


1.  Se trata de un documento de temática política escrito por Macías Picavea en el año 1899 por lo que es una fuente primaria. Es un extracto de un ensayo titulado “El problema nacional” escrito a raíz del desastre del 98 y que versa sobre uno de los fenómenos más singulares de la Restauración: el caciquismo. Es un documento público y su destinatario son los lectores en general del país.

Macías Picavea (1847-1899) fue un intelectual cántabro dedicado a la docencia y defensor de las ideas progresistas y regeneracionistas. En 1899 escribe su ensayo más importante: “El problema nacional”, en el que describe una cruda radiografía de la realidad española durante la Restauración y formula una propuesta de salvación nacional. Pensó que solo un “cirujano de hierro” podría sacar a España de su postración.

2. En este texto Picavea retrata el funcionamiento del caciquismo dentro de la política nacional. Las elecciones eran una simple teatralidad puesto que aunque cumpliesen todas las legalidades formales estaban amañadas de antemano por los “Sumos Caciques”, los cuales designan a los candidatos a Cortes simulándose una contienda electoral que es falsa puesto que ya antes los partidos conservador y liberal habían pactado el cambio de gobierno de manera que con las elecciones se legitimaba la operación política. Sólo uno era el candidato oficial, el determinado por los “Sumos Caciques”. Y ahí entraba en funcionamiento la influencia caciquil para manipular el proceso “presionando sobre las diferentes áreas de la red social para que todos votasen por el candidato propuesto”. Los métodos para conseguirlo eran variados: comprar los sufragios de los electores (“las voluntades se compran”), presionarles de diversas formas (negarles o darles empleo, violencia física); y si todas las presiones fallaban, restaba el recurso de perpetrar un “pucherazo” manipulando el acta de escrutinio o introduciendo en la urna las papeletas adecuadas. Así se obtenían resultados perfectos.

Pero Picavea es un intelectual regeneracionista, le mueve un interés patriótico y pretende una moralización de España, observando como las “intrigas y zancadillas” de los caciques poco a poco van “arruinando la moral pública del país”. No se eligen como diputados o concejales a los mejores individuos bien preparados y con una preocupación por la defensa del interés nacional sino a los que destacan por su “apego a los Sumos Caciques”.

Picavea reconoce en el texto que el caciquismo es uno de los mayores escollos para restablecer la fortaleza de la nación. Y por eso lo denuncia  y se plantea como solución a la crisis de España su europeización.

3. Durante el período de la Restauración se daba un turno pacífico de los dos grandes partidos dinásticos desde sus jefaturas nacionales en Madrid, donde se constituyeron comités o círculos en manos de "notables", que organizaban la maquinaria electoral pertinente. Estos comités controlaban el poder en las provincias mediante la práctica caciquil.
Para encontrar un Parlamento "adecuado", se practicaba, lo que se llamó el encasillado, que falseaba la voluntad nacional. Consistía en elaborar una lista en la que figuraban aquellos candidatos que contaban con la aquiescencia del Gobierno, junto a la relación de los distritos en los que aparecía dividido el país. Estos candidatos oficiales tenían prácticamente ganada la elección antes de que se realizara, si bien, cuando existían desacuerdos, se aplicaba el llamado pucherazo, consistente en emplear la coacción, la violencia, el fraude, la compra de votos, etc. A veces, sin más, se falsificaban las actas en favor de un determinado candidato.
El caciquismo era, pues, un fenómeno sociopolítico que se expresó en España desde mediados del siglo XIX hasta cumplirse el primer tercio del XX.
Los caciques constituían una élite local o comarcal arraigada en una determinada comarca, en la que ejercían una gran influencia y poder personal y aparecían ante los ojos de la gente como los intermediarios entre la sociedad y el Estado, capaces de conseguir favores y resolver problemas. Su poder sobre la población, especialmente en las zonas rurales, era incontestable y sus decisiones no admitían discusión.
Eran, por tanto, los más influyentes de la localidad, aunque para ello no tuvieran que ser necesariamente los más ricos.  Relacionados con el gobernador civil respectivo o con personajes de Madrid, se convertían en dispensadores de favores y prebendas a cambio de votos,  y en generadores de un "clientelismo" de adictos.


“¿Cómo funciona esta singular máquina de la política nacional? El primer paso son las elecciones, que aparecen aquí como una institución de los Estados de Derecho modernos, aunque en el fondo sean un artificio más del caciquismo. Los caciques designan previamente a los candidatos, que proceden, en los diferentes niveles de las elecciones generales, provinciales, locales) de sus propias filas caciquiles. Los del bando contrario hacen lo mismo y la lucha electoral simula entonces una contienda política de verdad. Pero el planteamiento es, en realidad, diferente: apenas los candidatos saltan a la palestra, la máquina caciquil empieza a moverse con frenesí, presionando sobre las diferentes áreas de la red social para que todos votasen por el candidato propuesto. En un país donde las leyes son una burla, todos, quien más quien menos, tienen algo que perder y solo el padrinazgo acude vertiginoso a favor del candidato propuesto. No hay escape posible.
Fruto de este compadreo son los ayuntamientos, diputaciones y cortes, formados por individuos seleccionados, no por sus preocupaciones y saberes en este o aquel problema, sino por su apego a los Sumos Caciques. Lo que sigue a las elecciones no es una política enraizada en los intereses nacionales, sino una actitud de intrigas y zancadillas, que poco a poco va arruinando la moral pública del país".

RICARDO MACÍAS PICAVEA: El problema nacional: hechos, causas y remedios. 1899.


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