domingo, 7 de febrero de 2016

ELECCIONES EN ESPAÑA 1920

La aventura de La Historia

En las elecciones de 1920, cerca de la descomposición final del sistema de la Restauración, los resultados generales parecen desmentir esta afirmación: los conservadores y liberales se reparten 336 de los 409 escaños del parlamento, con una amplia mayoría de los conservadores (232 diputados); sin embargo, la aplicación del polémico artículo 29 junto con el 24 hacían que al endurecer las condiciones para ser proclamado candidato a diputado en muchos distritos solo se presentara 1 solo candidato, por lo que éste de manera legal y no fraudulenta quedaba automáticamente proclamado diputado. Esto favorecía a los políticos de los partidos dinásticos, que por este procedimiento obtuvieron nada más  y nada menos que 311 diputados. Solamente 98 escaños pertenecían a circunscripciones en los que hubo una verdadera lucha electoral al presentarse más candidatos que vacantes existían. El turnismo seguía funcionando, y lo que lo puso en crisis más que la irrupción de nuevas fuerzas políticas sería la presencia de facciones diversas en cada uno de los partidos dinásticos, que impedían el control del partido por un líder fuerte y que en ocasiones una facción votara en contra del criterio mayoritario del propio partido. 
En cuanto al censo electoral, de 21 millones de habitantes del país en 1920, solo 4 millones tenían derecho al voto, al quedar excluidos las mujeres y los menores de 25 años. Esto suponía que solo el 
18'3 % de la población gozaba de este derecho. Además, de este porcentaje solo acudieron a votar el 60 % de los electores, absteniéndose por diversos motivos el 40 % restante. En definitiva, solo 2'3 millones de habitantes de nuestro país ejercieron el voto en estas elecciones, un número pequeño que decidía la suerte electoral de todo el país.
Los resultados generales dieron un triunfo claro al partido conservador (232 diputados). Su líder, Eduardo Dato, fue elegido presidente del gobierno. Los liberales de García Prieto consiguieron 104 escaños. Ambos partidos consiguen la mayor parte de sus diputados en las regiones más rurales y atrasadas del país donde el caciquismo seguía haciendo de las suyas. Así, en Andalucía, Extremadura, Baleares y Castilla la Vieja consiguen entre ambos todos los escaños en juego, mientras que en Galicia, Murcia y León obtienen una amplísima mayoría. En tercer lugar quedaron los diputados de la Lliga Regionalista de Cambó, con 18 escaños, y una fuerte presencia en Cataluña donde fue el partido más votado. Los reformistas obtuvieron 10 asientos en el Congreso, dirigidos por Melquíades Álvarez, obteniendo representación parlamentaria sobre todo en Asturias (4 diputados) . El hecho de que su líder fuera asturiano sin duda pesó en los resultados electorales a su favor en esa región. La tradición republicana y federalista se observa en las regiones del este del país como  Cataluña y Valencia, donde suman los republicanos 12 de los 15 escaños en total que sacaron. Su líder principal era Alejandro Lerroux, de fuerte presencia en Barcelona. Los socialistas consiguieron representación parlamentaria en las provincias con fuerte presencia obrera (salvando a Cataluña, con gran penetración republicana y anarquista entre sus masas proletarias) de Madrid y Vascongadas. En total obtuvieron 4 escaños, siendo su líder Pablo Iglesias. Para terminar, citar la presencia testimonial de los tradicionalistas  en Vascongadas, Navarra y Aragón, feudos típicos del carlismo, obteniendo en total 8 escaños. Los nacionalistas vascos consiguieron 1 escaño en Navarra sin conseguir representación parlamentaria en el País Vasco, su auténtico feudo. 
A modo de conclusión, vemos que en la España atrasada y rural del centro y sur los partidos dinásticos obtienen la mayoría de sus diputados gracias a que sigue operando el caciquismo, mientras que en las regiones prósperas e industriales del norte y este es significativa la presencia de un mayor pluralismo político ya que las prácticas caciquiles aquí no son tan dominantes como en los pequeños pueblos del atrasado campo español. Destacar la irrupción con fuerza del nacionalismo catalán y del republicanismo. El  nuevo presidente del gobierno Eduardo Dato, deberá hacer frente al problema marroquí y al aumento de la violencia anarquista y su posterior represión en Barcelona. El 8 de marzo de 1921 Dato sería asesinado en un atentado anarquista, evidenciándose así la profunda crisis en que se encontraba el sistema político y vislumbrándose su pronto final en la próxima dictadura de Primo de Rivera en 1923 que podrá término  al sistema de la Restauración con la aquiescencia del propio rey Alfonso XIII.

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